Ya no quedan libros

   Un alma en pena - que en su día había sobrevivido al cataclismo nuclear- vagaba por las sendas de la muerte, en busca de su amor. Mientras iba de un lado para otro, le atormentaban sin cesar las últimas palabras que pronunció junto al cadáver de su amada. 

   Fueron éstas: 

   "Ya no quedan libros, se acabó el mundo. Aunque sigo vivo después del holocausto de tu amor. Ya no quedan libros, y yo sigo en el mundo, y ni la misma muerte podrá arrancarte de mi corazón".