CHET

   Un trompetista blanco, cosa tan extraña no se había visto. Dice la leyenda que avisaron los jazzistas más importantes del momento a Charlie Parker: “cuidado con este chico blanco”, alto y delgado, seguro y confiado, canta y sopla la trompeta junto a Parker.

   Instinto y delicadeza, nunca he escuchado mejor versión de My Funny Valentine que la que sale del metal de Chet. Y me permito llamarle así porque cuando le escucho, parece tocar exclusivamente para mí y ahora, mientras te haces pequeña en este sofá, encima de mí, exclusivamente para nosotros. Y lo hace como sólo él sabe, tan joven, casi en un susurro, tan cerca que sus labios rozan el micro, la rotunda, redonda tristeza del amor. 

  Pero el prodigio empieza entonces, cuando toma su trompeta, y sopla tan suave que uno tiene que poner de su parte para descubrir el misterio, hacernos prestar toda la atención, olvidarnos de lo demás, mecernos.

  Y pregunta “¿es tu boca un punto debil?”, conociendo la respuesta, a nosotros, que también la conocemos, retórico como irme y volver de ti. Porque tu boca que jadea está cerca de la mía, como su trompeta cerca del micrófono o viceversa 

 Y me amplificas y viceversa.