El por qué perdido (Categoría Juvenil)

Un día de verano, mi mejor amigo y yo estábamos jugando tranquilamente algo alejados del banco en el que se encontraban nuestros padres hablando y se acercó hasta los columpios un hombre mayor, de tez pálida, muchas arrugas y de pelo canoso.

Tocó la espalda de Lucas, que dio un respingo espantado, y atrajo nuestra atención. 

-Disculpad, he perdido algo, ¿podéis ayudarme a encontrarlo? 

Su voz se notaba triste, Lucas y yo nos miramos entre nosotros interrogantes, y asentimos. 

-Veréis, he perdido un por qué. Un motivo, algo así como una explicación, y nadie sabe dónde está, ¿podéis preguntar por ahí si alguien lo encuentra? 

Asentimos de nuevo, sonriendo, dispuesto a comenzar la búsqueda de ese tal “por qué”. 

-Disculpe- dije tirando de la chaqueta de un chico joven que iba con su pareja- ¿ha visto usted un por qué perdido por aquí?- nos miró extrañado y se echó a reír. 

Esa fue la reacción de la mayoría de las personas a las que preguntamos, o simplemente pasaban de largo y nos ignoraban. 

Cuando ya casi nos habíamos rendido, preguntamos a una chica de mediana edad que estaba con su cámara haciendo fotografías, esperando ser ignorados, como anteriormente. 

-¿Para qué buscar un por qué? Las cosas no tienen que ser lógicas para hacerte feliz, no debes una explicación de nada a nadie. 

No llegamos a encontrar el por qué perdido, pero desde aquel día, quien me quiere, lo hace sin preguntas, y a quien me importa, le quiero sin respuestas.