Debo irme con mis pesadillas (Categoría Juvenil)

Terror se acercaba a mí. Podía escucharlo deslizándose por los pasillos, arañando el parquét,
escondiéndose en las sombras…
Pesadillas.
Monstruos.
Cuentos de niños.
Hacía mucho tiempo que ya nadie me consideraba una niña, pero seguía escuchándolo, seguía
viéndolo. Me miraba con una sonrisa desde algún lugar en el que yo no podía mirarle. Y, justo
cuando cerraba los ojos, cuando el miedo ya no era suficiente para mantenerme despierta, veía sus
ojos.
“Vamos a jugar” susurraba en mi oído.
Y aquella noche no era diferente, sabía que ya había entrado en mi habitación. La puerta se había
movido tan poco que solo yo era capaz de darme cuenta. Ya podía sentir su presencia,
envolviéndome, acariciándome. Me susurraba que cerrara los ojos, que quería jugar. Yo lo sabía,
sabía que en cuanto el sueño me venciera él me ataría con sus cuerdas. En las manos, los pies, el
torso, el cuello…Sería su marioneta, bailando para él, sufriendo con sus monstruosas creaciones.
“¿Por qué me escogiste? ¿Por qué me atormentas cada noche?” le pregunté un día bañada en
lágrimas.
“Te quiero. Te amo. Nunca te abandonaré”.
Un amor que me hace prisionera. Por más que mi mente grita, por más que pide auxilio en esas
horribles pesadillas nadie me escucha.
Tal vez por eso escribo esto, tal vez así alguien me escuche. Pero es irremediable, mis ojos pesan, y
Terror está impaciente.
Debo irme con mis pesadillas.